Legado Indiano
Legado indiano
A finales del siglo XIX y principios del XX, Ribadeo vivió una etapa de esplendor gracias al retorno de los indianos, emigrantes que regresaban de América con fortuna y nuevas ideas. Estos ilustres vecinos no solo invirtieron en negocios y construcciones, también impulsaron proyectos culturales y sociales. Contribuyeron a transformar la villa y modernizar sus infraestructuras. Sin duda, su influencia marcó el paisaje urbano y sentó las bases del Ribadeo moderno.
Hoy, el legado indiano es una parte esencial del atractivo turístico de Ribadeo. Más de medio centenar de casas señoriales, con fachadas ornamentadas, jardines tropicales y detalles arquitectónicos únicos, conviven con edificios emblemáticos, como escuelas, una plaza de mercado, una traída de aguas y la Granja Escuela Agrícola Pedro Murias. Este conjunto patrimonial convierte a Ribadeo en un destino ideal para los amantes del turismo cultural y la arquitectura con historia.
El Legado Indiano en Ribadeo: huella de un pasado próspero

Ribadeo destaca como el municipio gallego con mayor concentración de casas indianas en relación a su tamaño. Para descubrir este valioso patrimonio, proponemos dos rutas complementarias: una urbana y otra rural. A través de ambos recorridos, el visitante podrá adentrarse en lo más representativo del legado indiano, admirando edificaciones únicas consideradas auténticas joyas arquitectónicas.
Ruta Urbana del Legado Indiano
Ruta de las Parroquias: El Legado Indiano en el Medio Rural
La ruta urbana del legado indiano en Ribadeo invita a recorrer el corazón de la villa a través de sus edificios más emblemáticos. El itinerario comienza en el icónico Cantón de los Moreno y recorre distintos puntos de interés. Uno de ellos es el histórico Barrio de San Roque, en él se concentra gran parte de la arquitectura indiana.
Palacetes, jardines con palmeras y casas con miradores conviven con rincones llenos de historia como la Torre de los Moreno, la Casa de Don Clemente o la calle Rodríguez Murias, verdadero escaparate del esplendor económico vivido por los indianos. Esta ruta es ideal para los amantes del patrimonio cultural y arquitectónico, pues ofrece una experiencia única en pleno casco urbano.
Torre de los Moreno
Esta residencia fue construida entre 1914 y 1915, por iniciativa de los hermanos Juan y Pedro Moreno Ulloa. Encargaron seguir los criterios del arquitecto argentino Julián García Núñez y del ingeniero Ángel Ardex, discípulo del modernismo catalán y del entorno de Antoni Gaudí.
La obra generó gran expectación durante su construcción. Una vez finalizada, despertó admiración por su carácter innovador. Se utilizaron materiales poco habituales en la época: hormigón, vidrio y hierro forjado.
También destaca su ornamentación modernista. La cúpula que corona el edificio está sostenida por cuatro cariátides. Puede verse desde distintos puntos de la villa, pues se alza sobre el solar más elevado de Ribadeo, en el que antiguamente estaba la fortaleza.
Con el paso del tiempo, la Torre dos Moreno se ha convertido en un verdadero icono de la villa.
Casa de Don Clemente
Don Clemente, natural de Ribadeo, regresó a la villa tras alcanzar una considerable fortuna y una posición social destacada. A su vuelta, adquirió dos edificios anexos que reconstruyó y acondicionó para convertirlos en una sola vivienda.
Esta solución no era habitual en la arquitectura indiana, lo que otorga al conjunto un carácter singular y un valor añadido.
Casa de El Viejo Pancho
Para seguir, es imprescindible detenerse en la casa donde nació en 1857 el escritor José Mª Alonso Trelles y Jarén. Fue conocido como El Viejo Pancho.
Emigró a Argentina, aunque más tarde se estableció en Uruguay. Allí ejerció el periodismo y se convirtió en un gran defensor de la cultura gaucha.
En sus obras, al estilo de un bardo popular, retrató el alma de la sociedad que lo acogió. Su vínculo fue tan profundo que hoy está considerado una de las figuras clave de la literatura uruguaya. Es, sobre todo, el poeta que mejor cantó el sentir de los gauchos del Cono Sur.
Su libro más conocido es Paja brava, publicado en 1916. Hoy en día, su casa natal alberga el Centro de Estudios Iberoamericanos.
Calle de Rodríguez Murias
Esta calle conserva algunas de las edificaciones más representativas de la arquitectura indiana. También refleja el auge y la expansión que vivió la villa en aquella época.
Su nombre rinde homenaje a Jesús Rodríguez Murias, uno de los indianos más influyentes, nacido en la localidad pesquera de Rinlo.
Falleció en 1909 y dejó un importante legado económico a su parroquia y a la villa. Ese capital se destinó a obras benéficas y culturales..
Hoy, la calle Rodríguez Murias es conocida como el eje de las Cuatro Calles y constituye el corazón comercial de Ribadeo.
Barrio de San Roque
Es el barrio indiano por excelencia. Muchos de los primeros emigrantes que regresaron a Ribadeo en la década de 1870 construyeron en él sus viviendas. En aquel momento, se consideraba el extrarradio de la villa.
Las casas eran mucho más amplias que las habituales de la época. Tenían grandes ventanales y formas que rompían con la sencillez de la arquitectura popular gallega del siglo XIX. Los nuevos propietarios decoraban las fachadas, rodeaban las casas de jardines —no huertas— e instalaban verjas y cancelas de hierro forjado. También labraban detalles ornamentales en los portones de madera.
Aunque las obras eran dirigidas por técnicos locales, los indianos imponían sus gustos. Llegaban con influencias de Buenos Aires, La Habana o, incluso, del París más idealizado del momento.
A ambos lados de la calle San Roque hay viviendas indianas de estilos muy variados. Algunas son exuberantes. Otras, más sobrias. Eso sí, todas reflejan modelos arquitectónicos que triunfaban en América.
En algunos casos, los propietarios adaptaron sus ideas a las recomendaciones de los constructores locales. Un buen ejemplo son los balcones, muchos de ellos únicos. Conviene señalar que, a partir de los años 60 del siglo XX, algunas fachadas fueron alicatadas. El azulejo se consideraba entonces una solución eficaz para proteger los muros de la humedad.

Calle San Roque
Casa de la Ayudantía
[en el número 12]
Este edificio fue mandado construir en 1886 por Francisco López García. Su nombre viene de que durante varios decenios acogió la Ayudantía de la Comandancia de Marina. Aunque hoy alberga tres viviendas, fue concebido como residencia unifamiliar.
El edificio es una clara muestra de la pujanza del hierro como solución decorativa y el arte de la herrería, en competencia con la ebanistería.
Vivienda de doña Esperanza Leiras
[en el número 14]
La promotora, Esperanza Leiras y López, ordenó su edificación en 1886. El inmueble presenta dos elementos muy característicos de la arquitectura indiana: el porche, que avanza y protege la entrada principal –muy común en la casas indianas– y el gurugú o mirador acristalado que corona el tejado y al que se aficionaron numerosos comerciantes ribadenses de los siglos XVIII y XIX.
Vivienda de doña Ascensión Pillado
[en el número 16]
Fue costeada por Ascensión Pillado y Pedrosa en 1888. La fachada remite a los pazos urbanos del casco histórico porque, al igual que en ellos, está inspirado en la arquitectura tradicional gallega.
Casa de los Andés
[en el número 18]
Es un ejemplo paradigmático de arquitectura ecléctica, pues funde elementos procedentes de diversos estilos. Fue construida en 1920. El elemento más significativo de esta elegante vivienda es la implementación de hierro forjado y vidrio, que se complementan para dar forma a dos miradores o galerías.
Casa de la Calzada
Esta vivienda, con aires de villa urbana, fue construida en 1910 por orden de la familia Lanza. La estructura y decoración remiten a una arquitectura ecléctica, con elementos de muy diversa procedencia. Destaca la ornamentación modernista, formas curvas y finos trabajos de forja en ventanas y balcones. La torre, destinada a mostrar la posición social de los propietarios, el juego de formas de la fachada y el jardín revelan la influencia de los chalés de factura francesa, tan frecuentes en las capitales europeas y, por extensión, en las americanas.
Casa de los Enanos
Fue levantada a iniciativa de Antonio Fernández, emigrado a la Argentina y más conocido en Ribadeo como Antonio de los Enanos. El inmueble es un ejemplo típico de construcción inspirada en elementos autóctonos. Se puede notar, por ejemplo, en la torre cuadrada que recuerda a la de los pazos y en la sobriedad decorativa. No obstante, incorpora formas y tendencias modernas, como son el jardín o la apertura hacia el exterior con grandes ventanas y balcones.
Los pináculos de la torre, los aleros marcados, el uso de cemento en los balcones y los volúmenes octoédricos refuerzan la sensación de solidez. El zócalo de sillería, la ausencia de curvas y la sobriedad en los colores completan el conjunto. Cada detalle transmite una idea clara: éxito, poder y estabilidad. Justo lo que muchos indianos querían reflejar en sus casas.
Casa Rosa
Este edificio ha sido incluido en muchas ocasiones dentro de la arquitectura indiana. Sin embargo, no forma parte de ella. En realidad, se trata de una construcción modernista. Su decoración rinde homenaje a la naturaleza. Lo muestran las formas redondeadas de las barandas y la elegante cúpula que lo corona.
Casa de Sela y Jardín de Indianos
La Casa de Sela es una de las construcciones indianas más antiguas de Ribadeo, data de 1869. Su imponente volumen, la sobriedad decorativa y el empleo de la cantería de granito remiten a la arquitectura tradicional, tanto institucional como privada, que se desarrolló en la Galicia del XVIII y XIX. Sus constructores fueron fieles a las tendencias clásicas de la arquitectura autóctona, plasmada en los pazos urbanos de los siglos XVIII y XIX.
Según los datos disponibles, el edificio sería una réplica de la casa que su propietario tenía en México. Tal vez por eso incorpora elementos tan llamativos como las galerías acristaladas o el terrado con glorieta, concebido como un observatorio del entorno. La finca conserva la vegetación típica del paisaje indiano. Entre otras especies, destaca la palmera, símbolo de aquel legado.
El llamado Parque de Indianos, incluido en la ruta, fue creado como homenaje a los emigrantes de Ribadeo (tanto a los que regresaron como a los que no). En él conviven especies autóctonas y americanas, como las araucarias, junto a magnolios, arbustos ornamentales y plantas floridas. También se conservaron los viejos plátanos que ya crecían en la parcela antes de su transformación.
Casa del Óptico
Algo apartada y situada junto a uno de los antiguos accesos a la villa, debe su nombre al óptico Pedro García, su propietario.
Fue construida a comienzos del siglo XX siguiendo las pautas del estilo indiano. Destaca por el gurugú o mirador que la corona, un elemento típico en las casas de comerciantes y armadores de los siglos XVIII y XIX.
El jardín conserva aún una acacia centenaria, además de la palmera, presente en casi todos los jardines de las residencias indianas.
Cuartel Viejo
Esta casa-torre es un buen ejemplo de los excesos en los que incurrieron algunos indianos al regresar. Con más de mil metros cuadrados de superficie, la vivienda terminó siendo una carga para el matrimonio propietario. Por eso, no sorprende que, con el tiempo, el edificio se transformara en cuartel. De ahí su nombre actual.
La casa-torre es más conocida por su tamaño que por sus cualidades arquitectónicas. Aún así, presenta una virtud destacable: la funcionalidad del cuerpo principal, un octaedro de tres plantas concebido con un enfoque racionalista.
Desde el exterior, llaman la atención dos elementos decorativos. Por un lado, la balaustrada que remata la fachada principal. Por otro, la carpintería en relieve de la fachada lateral derecha.
Granja-escuela Pedro Murias
El segundo itinerario de la ruta de La Huella Indiana comienza en la Granja-Escuela Pedro Murias, un ejemplo destacado del mecenazgo ejercido por muchos emigrantes gallegos en sus lugares de origen. Aún hoy, el centro sigue activo como escuela de capacitación agropecuaria, tal como había dispuesto su fundador.
Pedro Murias, natural de Ribadeo, emigró a Cuba y triunfó en el sector tabaquero.
El ascenso social y la estabilidad económica no le hicieron olvidar sus orígenes. Al contrario, quiso ofrecer a los jóvenes de su tierra la formación que él no pudo tener. Por eso, en su testamento dejó ordenada la creación de un centro de capacitación agraria.
Ese gesto permitió fundar un centro pionero, no solo en la comarca, sino en toda Galicia. La escuela abrió sus puertas en 1920 y, junto a la de Abegondo, fue clave en la modernización del campo gallego durante las décadas de 1920 y 1930.
Es una pieza esencial del legado indiano y, al mismo tiempo, un buen ejemplo de la arquitectura racionalista promovida bajo el influjo de la Ilustración.
Casa de San Xulián
Este inmueble, construido en 1910 por encargo de la familia de Pedro Murias, refleja una vez más el deseo de muchos indianos de mostrar su éxito sin renunciar a sus raíces. Sin embargo, también querían marcar distancias. Por eso, en ocasiones como esta, levantaban sus casas lejos del núcleo urbano, en lugares que subrayaban su nueva posición social y les ofrecían intimidad.
La Casa de San Xulián se alza a 50 metros del vial público. Algo poco habitual en Galicia, donde lo normal ha sido —y sigue siendo— construir en primera línea de calle o carretera.
Rinlo
Aunque Rinlo ha sido una localidad marinera desde hace siglos, algunos emigrantes que hicieron fortuna también dejaron aquí su huella. Financiaron la compra del solar donde se construyó la iglesia parroquial —Pedro Murias fue uno de ellos— y sufragaron la edificación de la escuela local.
En cuanto a viviendas particulares, destacan especialmente dos inmuebles.
Casa de don Inocencio
Es el edificio más emblemático de Rinlo. Fue mandado construir en 1912 por Inocencio Aguiar López. Reúne los rasgos esenciales de la arquitectura indiana: una gran superficie construida —280 metros cuadrados—, tres plantas y un bajocubierta. También cuenta con un mirador y un paseo sobre el tejado, elementos poco comunes en la zona.
Por su ubicación —en el punto más alto de Rinlo y cerca de la costa—, el mirador se utilizó como faro. Fue el primero del litoral cantábrico instalado en una propiedad privada y costeado por su dueño. Tras el fallecimiento de Aguiar, su heredero decidió apagar la señal por el alto coste de mantenimiento. Sin embargo, los marineros de Rinlo lograron que la Diputación de Lugo asumiera los gastos eléctricos y el faro siguió funcionando.
Casa de Rinlo
Vivienda de sólida estructura construida en la década de 1910.

A Devesa
En esta parroquia ribadense se conserva un asentamiento indiano disperso a lo largo de la N-634. El conjunto, de gran valor histórico y arquitectónico, incluye edificios singulares como el Círculo Habanero.
Casa Colorada
Construida en 1919 como residencia particular, cuenta con dos plantas, bajocubierta y tejado de pizarra a dos aguas. El jardín, diseñado por su promotor —un indiano retornado de Cuba amante de la flora—, alberga palmeras, yucas, araucarias, un palomar con depósito de agua en alto, un corral para patos, una fuente, un horno, un merendero y una pérgola.
Casa de don Lourenzo
Palmeras, araucarias, magnolios y sauces definen el entorno vegetal de esta finca, rodeada por un muro de cierre que garantiza total intimidad. La vivienda presenta una factura sencilla y convencional, en línea con otras construcciones indianas del entorno rural.
Casa-torre de Maseda
Esta casona fue construida en 1924 por iniciativa de Ramón Maseda Villamil. Se alza junto al trazado de la actual N-634, separada de la carretera por una acera de uso privado. La finca, cerrada y arbolada, conserva una imponente palmera que convive con magnolios y otras especies exóticas y autóctonas.
Casa Place Margarita
Construida en 1926 por Manuel Fernández López, natural de Ribadeo y emigrado a Florida, es uno de los mejores ejemplos de influencia estadounidense en la arquitectura indiana. La vivienda fue diseñada en Estados Unidos y algunos de sus materiales se importaron directamente desde allí.
Uno de los elementos más singulares es la adaptación al uso del automóvil, aún poco común en Galicia en esa época.
Casa Maseda
Construida en 1920, esta vivienda destaca por sus generosas dimensiones y por la abigarrada ornamentación de la fachada principal. Como en tantas fincas indianas, no falta la palmera.
A Rochela
En este pequeño núcleo urbano se conserva una casa labriega construida en 1830, cuya estructura original fue enriquecida con elementos ornamentales propios de la arquitectura indiana. La intención era diferenciarla de las viviendas del entorno.
Cementerio de A Devesa
Financiado por emigrantes que hicieron fortuna, este camposanto refleja la influencia de los criterios indianos aplicados a la arquitectura funeraria. Su diseño transmite el deseo de dejar una huella duradera en su tierra de origen.
Casa Acevedo
Mandada construir en 1920 por José Acevedo Martínez, esta propiedad reúne varios inmuebles. Dos de ellos conforman la vivienda principal. La fachada fue recubierta con mortero de cemento, aunque a simple vista parece de piedra.
Por la humedad del terreno, la casa se levantó sobre pilares de madera. La entrada está presidida por una verja de hierro con lanzas y flores de lis, flanqueada por dos pilastras de ladrillo visto rematadas con capiteles de estilo mediterráneo.

Casa Pancracio
De planta cuadrada y tejado a dos aguas interrumpido por una buhardilla central, esta vivienda fue construida en 1926. Su sobriedad formal resulta poco común dentro de la arquitectura indiana, aunque incorpora elementos que la vinculan claramente a ese estilo. Por ejemplo, el llamado “balcón presidencial”, las cornisas con modillones y el frontón triangular de sello neoclásico, en el que figuran el nombre de la casa y el año de su construcción.
La finca se completa con una cerca en armonía con la vivienda y un jardín con especies vegetales de importación, que refuerzan su carácter indiano.
Tras visitar Casa Pancracio, el itinerario continúa hacia el Círculo Habanero, punto final de la ruta de La Huella Indiana.
Ruta Urbana del Legado Indiano
La ruta urbana del legado indiano en Ribadeo invita a recorrer el corazón de la villa a través de sus edificios más emblemáticos. El itinerario comienza en el icónico Cantón de los Moreno y recorre distintos puntos de interés. Uno de ellos es el histórico Barrio de San Roque, en él se concentra gran parte de la arquitectura indiana.
Palacetes, jardines con palmeras y casas con miradores conviven con rincones llenos de historia como la Torre de los Moreno, la Casa de Don Clemente o la calle Rodríguez Murias, verdadero escaparate del esplendor económico vivido por los indianos. Esta ruta es ideal para los amantes del patrimonio cultural y arquitectónico, pues ofrece una experiencia única en pleno casco urbano.
Torre de los Moreno
Esta residencia fue construida entre 1914 y 1915, por iniciativa de los hermanos Juan y Pedro Moreno Ulloa. Encargaron seguir los criterios del arquitecto argentino Julián García Núñez y del ingeniero Ángel Ardex, discípulo del modernismo catalán y del entorno de Antoni Gaudí.
La obra generó gran expectación durante su construcción. Una vez finalizada, despertó admiración por su carácter innovador. Se utilizaron materiales poco habituales en la época: hormigón, vidrio y hierro forjado.
También destaca su ornamentación modernista. La cúpula que corona el edificio está sostenida por cuatro cariátides. Puede verse desde distintos puntos de la villa, pues se alza sobre el solar más elevado de Ribadeo, en el que antiguamente estaba la fortaleza.
Con el paso del tiempo, la Torre dos Moreno se ha convertido en un verdadero icono de la villa.
Casa de Don Clemente
Don Clemente, natural de Ribadeo, regresó a la villa tras alcanzar una considerable fortuna y una posición social destacada. A su vuelta, adquirió dos edificios anexos que reconstruyó y acondicionó para convertirlos en una sola vivienda.
Esta solución no era habitual en la arquitectura indiana, lo que otorga al conjunto un carácter singular y un valor añadido.
Casa de El Viejo Pancho
Para seguir, es imprescindible detenerse en la casa donde nació en 1857 el escritor José Mª Alonso Trelles y Jarén. Fue conocido como El Viejo Pancho.
Emigró a Argentina, aunque más tarde se estableció en Uruguay. Allí ejerció el periodismo y se convirtió en un gran defensor de la cultura gaucha.
En sus obras, al estilo de un bardo popular, retrató el alma de la sociedad que lo acogió. Su vínculo fue tan profundo que hoy está considerado una de las figuras clave de la literatura uruguaya. Es, sobre todo, el poeta que mejor cantó el sentir de los gauchos del Cono Sur.
Su libro más conocido es Paja brava, publicado en 1916. Hoy en día, su casa natal alberga el Centro de Estudios Iberoamericanos.
Calle de Rodríguez Murias
Esta calle conserva algunas de las edificaciones más representativas de la arquitectura indiana. También refleja el auge y la expansión que vivió la villa en aquella época.
Su nombre rinde homenaje a Jesús Rodríguez Murias, uno de los indianos más influyentes, nacido en la localidad pesquera de Rinlo.
Falleció en 1909 y dejó un importante legado económico a su parroquia y a la villa. Ese capital se destinó a obras benéficas y culturales..
Hoy, la calle Rodríguez Murias es conocida como el eje de las Cuatro Calles y constituye el corazón comercial de Ribadeo.
Barrio de San Roque
Es el barrio indiano por excelencia. Muchos de los primeros emigrantes que regresaron a Ribadeo en la década de 1870 construyeron en él sus viviendas. En aquel momento, se consideraba el extrarradio de la villa.
Las casas eran mucho más amplias que las habituales de la época. Tenían grandes ventanales y formas que rompían con la sencillez de la arquitectura popular gallega del siglo XIX. Los nuevos propietarios decoraban las fachadas, rodeaban las casas de jardines —no huertas— e instalaban verjas y cancelas de hierro forjado. También labraban detalles ornamentales en los portones de madera.
Aunque las obras eran dirigidas por técnicos locales, los indianos imponían sus gustos. Llegaban con influencias de Buenos Aires, La Habana o, incluso, del París más idealizado del momento.
A ambos lados de la calle San Roque hay viviendas indianas de estilos muy variados. Algunas son exuberantes. Otras, más sobrias. Eso sí, todas reflejan modelos arquitectónicos que triunfaban en América.
En algunos casos, los propietarios adaptaron sus ideas a las recomendaciones de los constructores locales. Un buen ejemplo son los balcones, muchos de ellos únicos. Conviene señalar que, a partir de los años 60 del siglo XX, algunas fachadas fueron alicatadas. El azulejo se consideraba entonces una solución eficaz para proteger los muros de la humedad.

Calle San Roque
Casa de la Ayudantía
[en el número 12]
Este edificio fue mandado construir en 1886 por Francisco López García. Su nombre viene de que durante varios decenios acogió la Ayudantía de la Comandancia de Marina. Aunque hoy alberga tres viviendas, fue concebido como residencia unifamiliar.
El edificio es una clara muestra de la pujanza del hierro como solución decorativa y el arte de la herrería, en competencia con la ebanistería.
Vivienda de doña Esperanza Leiras
[en el número 14]
La promotora, Esperanza Leiras y López, ordenó su edificación en 1886. El inmueble presenta dos elementos muy característicos de la arquitectura indiana: el porche, que avanza y protege la entrada principal –muy común en la casas indianas– y el gurugú o mirador acristalado que corona el tejado y al que se aficionaron numerosos comerciantes ribadenses de los siglos XVIII y XIX.
Vivienda de doña Ascensión Pillado
[en el número 16]
Fue costeada por Ascensión Pillado y Pedrosa en 1888. La fachada remite a los pazos urbanos del casco histórico porque, al igual que en ellos, está inspirado en la arquitectura tradicional gallega.
Casa de los Andés
[en el número 18]
Es un ejemplo paradigmático de arquitectura ecléctica, pues funde elementos procedentes de diversos estilos. Fue construida en 1920. El elemento más significativo de esta elegante vivienda es la implementación de hierro forjado y vidrio, que se complementan para dar forma a dos miradores o galerías.
Casa de la Calzada
Esta vivienda, con aires de villa urbana, fue construida en 1910 por orden de la familia Lanza. La estructura y decoración remiten a una arquitectura ecléctica, con elementos de muy diversa procedencia. Destaca la ornamentación modernista, formas curvas y finos trabajos de forja en ventanas y balcones. La torre, destinada a mostrar la posición social de los propietarios, el juego de formas de la fachada y el jardín revelan la influencia de los chalés de factura francesa, tan frecuentes en las capitales europeas y, por extensión, en las americanas.
Casa de los Enanos
Fue levantada a iniciativa de Antonio Fernández, emigrado a la Argentina y más conocido en Ribadeo como Antonio de los Enanos. El inmueble es un ejemplo típico de construcción inspirada en elementos autóctonos. Se puede notar, por ejemplo, en la torre cuadrada que recuerda a la de los pazos y en la sobriedad decorativa. No obstante, incorpora formas y tendencias modernas, como son el jardín o la apertura hacia el exterior con grandes ventanas y balcones.
Los pináculos de la torre, los aleros marcados, el uso de cemento en los balcones y los volúmenes octoédricos refuerzan la sensación de solidez. El zócalo de sillería, la ausencia de curvas y la sobriedad en los colores completan el conjunto. Cada detalle transmite una idea clara: éxito, poder y estabilidad. Justo lo que muchos indianos querían reflejar en sus casas.
Casa Rosa
Este edificio ha sido incluido en muchas ocasiones dentro de la arquitectura indiana. Sin embargo, no forma parte de ella. En realidad, se trata de una construcción modernista. Su decoración rinde homenaje a la naturaleza. Lo muestran las formas redondeadas de las barandas y la elegante cúpula que lo corona.
Casa de Sela y Jardín de Indianos
La Casa de Sela es una de las construcciones indianas más antiguas de Ribadeo, data de 1869. Su imponente volumen, la sobriedad decorativa y el empleo de la cantería de granito remiten a la arquitectura tradicional, tanto institucional como privada, que se desarrolló en la Galicia del XVIII y XIX. Sus constructores fueron fieles a las tendencias clásicas de la arquitectura autóctona, plasmada en los pazos urbanos de los siglos XVIII y XIX.
Según los datos disponibles, el edificio sería una réplica de la casa que su propietario tenía en México. Tal vez por eso incorpora elementos tan llamativos como las galerías acristaladas o el terrado con glorieta, concebido como un observatorio del entorno. La finca conserva la vegetación típica del paisaje indiano. Entre otras especies, destaca la palmera, símbolo de aquel legado.
El llamado Parque de Indianos, incluido en la ruta, fue creado como homenaje a los emigrantes de Ribadeo (tanto a los que regresaron como a los que no). En él conviven especies autóctonas y americanas, como las araucarias, junto a magnolios, arbustos ornamentales y plantas floridas. También se conservaron los viejos plátanos que ya crecían en la parcela antes de su transformación.
Casa del Óptico
Algo apartada y situada junto a uno de los antiguos accesos a la villa, debe su nombre al óptico Pedro García, su propietario.
Fue construida a comienzos del siglo XX siguiendo las pautas del estilo indiano. Destaca por el gurugú o mirador que la corona, un elemento típico en las casas de comerciantes y armadores de los siglos XVIII y XIX.
El jardín conserva aún una acacia centenaria, además de la palmera, presente en casi todos los jardines de las residencias indianas.
Cuartel Viejo
Esta casa-torre es un buen ejemplo de los excesos en los que incurrieron algunos indianos al regresar. Con más de mil metros cuadrados de superficie, la vivienda terminó siendo una carga para el matrimonio propietario. Por eso, no sorprende que, con el tiempo, el edificio se transformara en cuartel. De ahí su nombre actual.
La casa-torre es más conocida por su tamaño que por sus cualidades arquitectónicas. Aún así, presenta una virtud destacable: la funcionalidad del cuerpo principal, un octaedro de tres plantas concebido con un enfoque racionalista.
Desde el exterior, llaman la atención dos elementos decorativos. Por un lado, la balaustrada que remata la fachada principal. Por otro, la carpintería en relieve de la fachada lateral derecha.
Ruta de las Parroquias: El Legado Indiano en el Medio Rural
Granja-escuela Pedro Murias
El segundo itinerario de la ruta de La Huella Indiana comienza en la Granja-Escuela Pedro Murias, un ejemplo destacado del mecenazgo ejercido por muchos emigrantes gallegos en sus lugares de origen. Aún hoy, el centro sigue activo como escuela de capacitación agropecuaria, tal como había dispuesto su fundador.
Pedro Murias, natural de Ribadeo, emigró a Cuba y triunfó en el sector tabaquero.
El ascenso social y la estabilidad económica no le hicieron olvidar sus orígenes. Al contrario, quiso ofrecer a los jóvenes de su tierra la formación que él no pudo tener. Por eso, en su testamento dejó ordenada la creación de un centro de capacitación agraria.
Ese gesto permitió fundar un centro pionero, no solo en la comarca, sino en toda Galicia. La escuela abrió sus puertas en 1920 y, junto a la de Abegondo, fue clave en la modernización del campo gallego durante las décadas de 1920 y 1930.
Es una pieza esencial del legado indiano y, al mismo tiempo, un buen ejemplo de la arquitectura racionalista promovida bajo el influjo de la Ilustración.
Casa de San Xulián
Este inmueble, construido en 1910 por encargo de la familia de Pedro Murias, refleja una vez más el deseo de muchos indianos de mostrar su éxito sin renunciar a sus raíces. Sin embargo, también querían marcar distancias. Por eso, en ocasiones como esta, levantaban sus casas lejos del núcleo urbano, en lugares que subrayaban su nueva posición social y les ofrecían intimidad.
La Casa de San Xulián se alza a 50 metros del vial público. Algo poco habitual en Galicia, donde lo normal ha sido —y sigue siendo— construir en primera línea de calle o carretera.
Rinlo
Aunque Rinlo ha sido una localidad marinera desde hace siglos, algunos emigrantes que hicieron fortuna también dejaron aquí su huella. Financiaron la compra del solar donde se construyó la iglesia parroquial —Pedro Murias fue uno de ellos— y sufragaron la edificación de la escuela local.
En cuanto a viviendas particulares, destacan especialmente dos inmuebles.
Casa de don Inocencio
Es el edificio más emblemático de Rinlo. Fue mandado construir en 1912 por Inocencio Aguiar López. Reúne los rasgos esenciales de la arquitectura indiana: una gran superficie construida —280 metros cuadrados—, tres plantas y un bajocubierta. También cuenta con un mirador y un paseo sobre el tejado, elementos poco comunes en la zona.
Por su ubicación —en el punto más alto de Rinlo y cerca de la costa—, el mirador se utilizó como faro. Fue el primero del litoral cantábrico instalado en una propiedad privada y costeado por su dueño. Tras el fallecimiento de Aguiar, su heredero decidió apagar la señal por el alto coste de mantenimiento. Sin embargo, los marineros de Rinlo lograron que la Diputación de Lugo asumiera los gastos eléctricos y el faro siguió funcionando.
Casa de Rinlo
Vivienda de sólida estructura construida en la década de 1910.

A Devesa
En esta parroquia ribadense se conserva un asentamiento indiano disperso a lo largo de la N-634. El conjunto, de gran valor histórico y arquitectónico, incluye edificios singulares como el Círculo Habanero.
Casa Colorada
Construida en 1919 como residencia particular, cuenta con dos plantas, bajocubierta y tejado de pizarra a dos aguas. El jardín, diseñado por su promotor —un indiano retornado de Cuba amante de la flora—, alberga palmeras, yucas, araucarias, un palomar con depósito de agua en alto, un corral para patos, una fuente, un horno, un merendero y una pérgola.
Casa de don Lourenzo
Palmeras, araucarias, magnolios y sauces definen el entorno vegetal de esta finca, rodeada por un muro de cierre que garantiza total intimidad. La vivienda presenta una factura sencilla y convencional, en línea con otras construcciones indianas del entorno rural.
Casa-torre de Maseda
Esta casona fue construida en 1924 por iniciativa de Ramón Maseda Villamil. Se alza junto al trazado de la actual N-634, separada de la carretera por una acera de uso privado. La finca, cerrada y arbolada, conserva una imponente palmera que convive con magnolios y otras especies exóticas y autóctonas.
Casa Place Margarita
Construida en 1926 por Manuel Fernández López, natural de Ribadeo y emigrado a Florida, es uno de los mejores ejemplos de influencia estadounidense en la arquitectura indiana. La vivienda fue diseñada en Estados Unidos y algunos de sus materiales se importaron directamente desde allí.
Uno de los elementos más singulares es la adaptación al uso del automóvil, aún poco común en Galicia en esa época.
Casa Maseda
Construida en 1920, esta vivienda destaca por sus generosas dimensiones y por la abigarrada ornamentación de la fachada principal. Como en tantas fincas indianas, no falta la palmera.
A Rochela
En este pequeño núcleo urbano se conserva una casa labriega construida en 1830, cuya estructura original fue enriquecida con elementos ornamentales propios de la arquitectura indiana. La intención era diferenciarla de las viviendas del entorno.
Cementerio de A Devesa
Financiado por emigrantes que hicieron fortuna, este camposanto refleja la influencia de los criterios indianos aplicados a la arquitectura funeraria. Su diseño transmite el deseo de dejar una huella duradera en su tierra de origen.
Casa Acevedo
Mandada construir en 1920 por José Acevedo Martínez, esta propiedad reúne varios inmuebles. Dos de ellos conforman la vivienda principal. La fachada fue recubierta con mortero de cemento, aunque a simple vista parece de piedra.
Por la humedad del terreno, la casa se levantó sobre pilares de madera. La entrada está presidida por una verja de hierro con lanzas y flores de lis, flanqueada por dos pilastras de ladrillo visto rematadas con capiteles de estilo mediterráneo.

Casa Pancracio
De planta cuadrada y tejado a dos aguas interrumpido por una buhardilla central, esta vivienda fue construida en 1926. Su sobriedad formal resulta poco común dentro de la arquitectura indiana, aunque incorpora elementos que la vinculan claramente a ese estilo. Por ejemplo, el llamado “balcón presidencial”, las cornisas con modillones y el frontón triangular de sello neoclásico, en el que figuran el nombre de la casa y el año de su construcción.
La finca se completa con una cerca en armonía con la vivienda y un jardín con especies vegetales de importación, que refuerzan su carácter indiano.
Tras visitar Casa Pancracio, el itinerario continúa hacia el Círculo Habanero, punto final de la ruta de La Huella Indiana.